martes, 15 de octubre de 2019

La sociedad abierta y sus enemigos

La sociedad abierta y sus enemigos

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En 1945 Karl Popper, mientras estaba refugiado en Finlandia, concluyó una de sus obras cumbres, La sociedad abierta y sus enemigos. En dos densos volúmenes el autor rastreó los orígenes del totalitarismo y explicó cómo las ideas totalitarias originales se han repetido y transformado en el tiempo en la obra de muchos pensadores y en las doctrinas de demasiadas fuerzas políticas. Puso un acento especial en la existencia de la sociedad cerrada y su expresión mayor, la tribu, que limitó el conocimiento, la libertad y la decisión personal mediante un sistema político tiránico, hasta que el conocimiento y la audacia lograron imponer las decisiones individuales y una nueva forma de gobierno, la democracia. Mostró cómo la tribu se reproduce en muchas sociedades y limita el desarrollo de la humanidad.

1.       El historicismo y el mito del destino.
Popper empieza planteando que los historicistas dicen que pueden interpretar la historia mejor que el vulgo. “Descubren” que los actores son las grandes Clases o Naciones o Pueblos; crean una “teoría” con eso y “encuentran” leyes con las que creen profetizar el futuro. Hay historicismo de varios tipos: teísta (“Dios eligió”), naturalista (“los que viven en las montañas son los elegidos”), espiritualista (“los que están en contacto con el Espíritu o la Idea son los escogidos), religioso (“los elegidos son los de tal religión”), étnico (“los elegidos son los de tal raza”), etc. Los historicistas creen que la historia tiene un fin, un propósito (la consagración del actor elegido). Dicen que puede ser un camino lleno de desvíos, pero eso les permite acomodar todos los hechos dentro de su teoría, de modo que ninguna experiencia puede refutarla.

2.       Heráclito.
Popper rescata los aportes e Heráclito: éste introdujo la idea de la historia como un cambio perpetuo, la idea de una “ley inexorable” que la dirige y de una revelación a los elegidos nunca antes oída. El resultado fue una ética tribalista de la fama, el destino y la superioridad del Gran Hombre, el elegido. Ideas historicistas como la suya emergen en momentos de crisis; son una respuesta a la amenaza a antiguas formas de organización social.

3.       La teoría platónica de las Formas o Ideas.
Popper resume la emergencia del platonismo y su relación con el historicismo: A lo largo de casi un siglo, las ideas sobre las formas de gobierno, la justicia, la importancia del comercio, la religión y otros temas se enfrentaron en Grecia y se plasmaron en la guerra entre la democrática Atenas y la monárquica Esparta, así como en la obstinada oposición entre atenienses democráticos y atenienses simpatizantes de la monarquía espartana. La democracia terminó imponiéndose, pero las ideas totalitarias establecidas por Platón calaron muy profundamente y se perpetuaron por diversos medios. 
El historicismo (creer que las sociedades, a través de su historia, pasan por unas etapas sucesivas y obligatorias, y que por eso la historia tiene un fin o finalidad), es una tendencia abundante, ubicua en todo el mundo y muy nociva. En realidad, la historia no tiene ningún fin o significado, pero los hombres podemos dárselo. El historicismo se presenta de varias formas, como historicismo natural, nacional, religioso o étnico. Una de las formas más populares del historicismo es el marxismo. Popper afirma claramente un punto central: Platón sentó las bases del totalitarismo. Su teoría de las Formas, que todo cambio es decadencia; que hay una clase nacida para gobernar, otra para luchar y otra para producir; que eso debe conservarse; que el mejor Estado es el que se halla libre del cambio, que lo justo es lo que conviene al Estado; que el deber del gobernante es preservar la unidad de la clase gobernante, empleando incluso la eugenesia, etc., se expresó en un apoyo ideológico a los timarcas de su tiempo, y después, a través de otros filósofos, a nuevos autócratas.

4.       Cambio y reposo.
Popper explica que para Platón el cambio es el alejamiento de la Forma o Idea, de lo perfecto, y un acercamiento a lo malo, lo corrupto. Aplicaba ese enfoque a la evolución: los dioses engendran hombres; los cobardes y villanos degeneran en mujeres y los tontos en animales inferiores; los inofensivos, en pájaros, etc.  También lo aplicó a la política: Las cuatro formas de Estado son: i) Estado perfecto: timarquía o timocracia, reinado de los hombres sabios y más parecidos a los dioses; ii) oligarquía, gobierno de los ricos; iii) democracia, gobierno de la libertad o ausencia de leyes y iv) tiranía. Cada una degenera en la siguiente. Popper explica que es una teoría historicista de la sociedad. 
Para Platón, el cambio histórico (la decadencia) era impulsado por la desunión interna de la clase gobernante, los intereses económicos de clase. Pero el Estado perfecto no era una sociedad sin diferencias entre los hombres sino más bien un “Estado de castas”: guardianes (magistrados), auxiliares (guerreros) y artesanos. La casta superior  era mejor en raza, educación y valores. Platón sólo se interesó por los gobernantes, el “ganado humano” le interesaba poco; prohibió que se legisle para ellos. La preservación del Estado se reducía a conservar la unidad de la clase gobernante, con la educación y la reducción de intereses económicos. Quería que se aboliera la propiedad privada, especialmente de metales preciosos; propugnaba una especie de comunismo dentro de la clase gobernante, incuso de mujeres e hijos. No le bastaba la posesión común. Era necesario evitar la mezcla entre las clases. Estableció que la crianza, educación y facultad de portar armas debían ser prerrogativas de clase, pero también armas políticas para unir a la clase gobernante y “manejar el rebaño”. La clase superior debía sentirse superior y ser “pura”, lo que implicaba seleccionar a los mejores y eliminar a los defectuosos. La reconstrucción de la Forma “Estado” podía hacerse imitando el modelo espartano. Inició así una “tradición teórica” de auges y caídas.

5.      La justicia totalitaria.
Popper explica que el programa político de Platón tiene dos ideas centrales: hay que detener todo cambio y hay que volver a la naturaleza, a la sociedad tribal. Por tanto, Platón era totalitario e historicista. Platón planteó una idea muy peculiar de la justicia: lo que daña al Estado es injusto; lo que lo fortalece es justo. No se interesaba en los problemas generales de la justicia, que ya fueron planteados por varios de sus contemporáneos. Le interesaba sobremanera fortalecer el sistema de clases, la división entre éstas y el gobierno por la clase superior. Popper remarca que fue el responsable de crear una falsa ecuación: colectivismo = altruismo; individualismo = egoísmo, que perdura hasta ahora (pg 105 y ss). Esta afirmación equivocada ha creado grandes confusiones y ha impedido el análisis crítico de problemas éticos. Popper hace notar que algunos contemporáneos de Platón, especialmente Licofrón, exigieron que el Estado proteja a los ciudadanos (“teoría proteccionista”).  Platón conocía la teoría de Licofrón pero la torció: “los que quieren protección lo hacen porque les gusta cometer injusticias o son demasiado débiles”. Logró convencer que el proteccionismo era igual al “desvergonzado egoísmo de Trisímaco”, aunque sabía que no era así.  Popper concluye que en resumen, la teoría platónica de la justicia fue una tentativa deliberada de sofocar las tendencias igualitarias, individualistas y proteccionistas de la época, para restablecer una teoría moral totalitaria. No combatió al igualitarismo con argumentos, sino que lo evadió.

Contra esta visión de la historia, Popper argumentó en primera instancia que es imposible predecir el futuro. Existe una razón puramente lógica para esta imposibilidad. Deriva del reconocimiento de que nuestro futuro conocimiento técnico y científico influenciará en gran medida el futuro de nuestras sociedades. Pero también hemos de reconocer que no podemos conocer hoy cuál será nuestro futuro conocimiento técnico y científico; de otro modo, ese conocimiento futuro dejaría de serlo y se convertiría en su lugar en conocimiento presente. Por lo tanto, concluyó Popper, no podemos conocer el futuro. En segundo lugar, las profecías historicistas sobre el sentido inevitable de la historia no son por lo general susceptibles de ser contrastadas.

Este es el caso flagrante del marxismo, que predijo el advenimiento inexorable del socialismo y el comunismo sin adscribirles un horizonte temporal determinado; y al mismo tiempo reivindicó un estatuto científico para su propia profecía. Mas esta profecía no puede tener carácter científico, argumentó Popper, ya que ningún test, el cual siempre tiene lugar, si es que tiene lugar, en el presente puede refutar una teoría que siempre anuncia que su materialización ocurrirá en el futuro. Por consiguiente, la «predicción» marxista acerca del inevitable advenimiento del socialismo en el futuro no es más que una creencia o superstición.

En resumen, Popper nos hace recordar que una ciencia no es una "masa de hechos" y menos aún, sólo de hechos que respaldan teorías. La ciencia funciona al revés: busca los hechos (con un “reflector”) que pueden refutar la teoría; experimenta y así elimina las teorías inadecuadas y ese método es el motor del progreso científico. En el campo de la historia, toda descripción es selectiva, en primer lugar, porque el mundo contiene una infinita variedad de hechos frente a los cuales sólo tenemos un número limitado de palabras. Por tanto, es inevitable un solo punto de vista.

Esto es especialmente cierto en el caso de la descripción histórica.  Las ciencias históricas se interesan en hechos específicos y en explicarlos, pero en historia carecemos de teorías unificadoras. Por tanto, las leyes universales no proporcionan ningún principio selectivo ni unificador, ningún "punto de vista". Acotar el tema o usar una idea preconcebida no resuelve el problema. Popper subraya que las "teorías históricas" difieren de las teorías científicas: los hechos están limitados, no pueden ser repetidos a voluntad; han sido reunidos de acuerdo con un punto de vista preconcebido.


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