martes, 1 de octubre de 2019

Desde el gobierno abierto al Estado abierto en América Latina y el Caribe

RESUMEN

La idea del gobierno abierto como política pública es novísima, por lo que se encuentra en pleno proceso de construcción; por eso mismo, este es un libro abierto. Más que respuestas concluyentes, pretendemos que el lector identifique interrogantes y respuestas posibles que conduzcan 20 LA PROMESA DEL GOBIERNO ABIERTO INTRODUCCIÓN hacia la implementación de políticas de Estado relacionadas con el gobierno abierto.

¿Qué son los datos abiertos y para qué sirven? La esencia de los gobiernos abiertos consiste en gestionar la información y datos públicos gubernamentales en formatos que le permitan a la ciudadanía reutilizarlos para los fines que se estime conveniente, lo que implica, de ser el caso, lucrar con esa información. Esto es relevante pues re-significa lo que tradicionalmente se entiende por participación y colaboración ciudadana en los asuntos gubernamentales puesto que abre la puerta para la innovación y el emprendimiento y, sobre todo, permite generar nuevos conocimientos sobre nuestro entorno, país y planeta en que vivimos. Y el ciudadano que sabe más, empodera su presencia en la vida pública.


PALABRAS CLAVES
Estado, Gobierno, Internet, Desarrollo, problema, tecnología




ABSTRATC

The idea of ​​open government as public policy is new, so it is in the process of construction; for that very reason, this is an open book. More than conclusive answers, we intend that the reader identify questions and possible answers that lead to the implementation of State policies related to open government.

What are open data and what are they for?. The essence of open government is to manage public information and government data in formats that allow citizens to reuse them for the purposes deemed appropriate, which implies, if necessary, profit from this information. This is relevant because it re-means what is traditionally understood by citizen participation and collaboration in government affairs, since it opens the door for innovation and entrepreneurship and, above all, allows us to generate new knowledge about our environment, country and planet in which we live And the citizen who knows more, empowers his presence in public life.




INTRODUCCIÓN

Hace algunos años el concepto “Gobierno Abierto” era un ideal donde sólo algunos países se encontraban en vías de aplicar políticas consecuentes con aquella idea. Afortunadamente, gracias al arduo y coordinado trabajo de los países del mundo, actualmente el concepto ha traspasado la barrera teórica y se ha llenado de contenido, materializándose en políticas concretas y casos de éxito. Incluso, con los años el concepto ha evolucionado y hoy día podemos hablar de Estado Abierto haciendo referencia a una extensión de los principios del Gobierno Abierto a todos los niveles y poderes del Estado.   
Durante los últimos años han surgido mecanismos de apoyo a la gestión pública de los países latinoamericanos que a su vez han desarrollado herramientas que permitan involucrar a los ciudadanos para que desempeñen un papel activo en la co-creación de políticas públicas. 
En este contexto surge el Gobierno Abierto, como una plataforma que a través de herramientas teóricas y prácticas facilitan la libertad de información gubernamental, para su reutilización esto en colaboración con la ciudadanía convirtiéndolos en un bien público. El derecho a la información se hace cada vez más presentes en las sociedades actuales donde los ciudadanos reutilizan los datos con el fin de mantenerse informados y empoderarse para buscar resolver sus propias necesidades, generando democracias más solidas. Por lo anterior la importancia de análisis del Gobierno Abierto es fundamental para entender la nueva gobernanza que surge en países de América Latina donde se crean escenarios positivos que años atrás eran posibles solo en países con niveles de desarrollo alto.




EL GOBIERNO ABIERTO AL ESTADO ABIERTO EN AMÉRICA LATINA

Gobierno Abierto se trata de una nueva cultura de la comunicación, es decir un nuevo modelo organizado y la liberación del talento creativo dentro y fuera de los perímetros de la función pública.
La transparencia gubernamental consiste en que la información sobre las actividades de los organismos públicos sea creada y este a disposición del público, con excepciones limitadas, de manera oportuna y en formatos de datos abiertos sin límites para la reutilización.
En un mundo cada vez más complejo, las contribuciones de los ciudadanos son un recurso imprescindible para la formulación de políticas públicas.
Los gobiernos y sus contratistas recogen una gran cantidad de datos de alta calidad como parte de sus actividades normales de trabajo.[1]

Aumentar la disponibilidad de información sobre las actividades gubernamentales, apoyar la participación ciudadana. Valoramos la participación de todas las personas, por igual y sin discriminación, en la toma de decisiones y la formulación de políticas. Aplicar los más altos estándares de integridad profesional en todos nuestros gobiernos. Un gobierno responsable requiere altos estándares éticos y códigos de conducta para sus funcionarios públicos.
Aumentar el acceso a las nuevas tecnologías para la apertura y la rendición de cuentas.
Reconocemos el acceso a las nuevas tecnologías para la apertura y la rendición de cuentas.
Reconocemos que gobierno abierto es un proceso que requiere un compromiso permanente y sostenible.

Nos comprometemos  a dar el ejemplo y a contribuir en el avance de un gobierno abierto en otros países mediante el intercambio de mejores prácticas y experiencia y mediante la realización de los compromisos expresados en la presente declaración sobre una base no vinculante, con carácter voluntario.
Nos comprometemos a adoptar estos principios en nuestro compromiso internacional, y trabajar para fomentar una cultura mundial de gobierno abierto.[2]
Con esto se busca explicar la importancia de un tema realmente nuevo como lo es el Gobierno Abierto. Al igual se busca que cada lector entienda las vertiententes que el tema integra.

El Gobierno abierto es una política pública que agrupa los conceptos de transparencia, participación y colaboración de los ciudadanos en las políticas públicas en donde la información y datos gubernamentales juegan un rol esencial. Las consideraciones vertidas en esta obra son, en parte, el reflejo del despertar ciudadano que exige más de sus instituciones.

A continuación  sobre un punto esencial al circunscribir el debate no solamente en la óptica de fomentar una cultura democrática integral, pero más bien en el desarrollo de programas y actividades dirigidas a promover los principios y prácticas democráticas. Los principios que rigen el gobierno abierto se inscriben en la tradición de derechos de primera generación, como la libertad de la prensa y de la libre circulación de información y de ideas. Estos mismos valores son erigidos como derechos imprescindibles en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre que, en su artículo IV, establece que “toda persona tiene derecho a la libertad de investigación, de opinión y de expresión, y de difusión del pensamiento por cualquier medio”. [3]
Desde esta perspectiva, el gobierno abierto afianza la democracia como ente que permite la participación de los interesados en deliberaciones políticas, sin que ellos sean parte necesariamente de un cuerpo político específico. Solo ahora, con el avance tecnológico y la ampliación del internet, se ha podido iniciar esa interacción en una forma original y con costos asumibles para los Estados.

El entablar este diálogo constante con sus ciudadanos no solamente permite afianzar los flujos de comunicación con una y otra parte, pero también fomenta la transparencia al impulsar la información continua y al promover la rendición de cuentas ante la ciudadanía. Asimismo, permite la retroalimentación, al implicar los ciudadanos en la administración. Finalmente, fomenta la participación activa de los ciudadanos al involucrarlos en el proceso de diseño y ejecución de políticas públicas. La democracia ha avanzado, sin duda, en el mundo, y en América Latina se ha ido consolidando de manera procedimental, aunque todavía falta por afianzar una plena democracia ciudadana.

El gobierno abierto viene precisamente a llenar esa carencia, al entablar que las decisiones políticas queden condicionadas y determinadas, en parte, por la sociedad civil. En este sentido, la democracia supone de un ideal ideológico preciso, pero también supone la construcción de una ciudadanía integral, es decir, el pleno reconocimiento de la ciudadanía política, civil y social.
¿Ha sido realmente significativo el impacto de internet en los procesos de intervención política y administrativa? La respuesta puede ser contradictoria, pero lo que no ofrece dudas, desde mi punto de vista, es que estamos en pleno cambio de época, y que en ese interregno el cambio tecnológico es el elemento determinante.
En el campo de la política, de las políticas y de la gestión pública, lo que importa es analizar las estrategias de adaptación-transformación adoptadas por los distintos actores e instituciones, entendiendo que todo gran proceso de cambio, y este lo es, pone en cuestión posiciones de poder y procesos considerados casi como “naturales”.

No hay duda que lo importante es dilucidar si internet es simplemente un nuevo instrumento, una nueva herramienta a disposición de los operadores políticos y de los gestores públicos para seguir haciendo lo que hacían, o significa realmente una sacudida, un cambio importante en la forma de llevar a cabo su función. Desde mi punto de vista, y siguiendo una afortunada expresión de Mark Poster, internet no es un “martillo” nuevo que sirve para clavar más deprisa o con mayor comodidad los “clavos” de siempre. Esa visión reduce la revolución tecnológica y social que implica internet a un mero cambio de instrumental operativo.

Desde esa perspectiva, las relaciones de poder, las estructuras organizativas, los procedimientos administrativos o las jerarquías e intermediaciones establecidas no variarían. Lo que quedaría afectado es su eficiencia, su rapidez, su forma concreta de operar, pero no, como decíamos, la lógica de los procesos, las dinámicas de intermediación o los equilibrios de poder. En cambio, si entendemos que internet modifica la forma de relacionarnos e interactuar hasta el punto que puede alterar o hacer prescindir totalmente de los procesos de intermediación pre-existentes, generando vínculos y lazos mucho más directos y horizontales, coincidiremos en que estamos ante un cambio en profundidad de nuestras sociedades. No forzosamente mejor, no forzosamente más justo, pero sin duda distinto. Desde este punto de vista, internet expresa otro orden social, otro “país”. No nos obliga solo a modificar las respuestas, nos permite replantear las preguntas. Lo cierto es que, hasta ahora, muchas veces cuando se ha hecho referencia a expresiones como “e-democracy” o “e-government”, más bien lo que se ha hecho es no poner en cuestión ni lo que se hacia ni la forma de hacerlo, sino más bien buscar en el nuevo recurso tecnológico disponible una forma más eficiente, más ágil, más rápida de llevar a cabo las rutinas procedimentales previas. Sin salir, por tanto, de la lógica instrumental, o “martillo” a la que antes aludíamos.

Si nos referimos a lo que se ha venido a denominar como “e-democracy”, se observan intentos más o menos logrados de mejorar, usando internet, la polity, es decir, la forma concreta de operar el sistema o régimen político y las relaciones entre instituciones y ciudadanía. Y cuando encontramos referencias al “e-government” o a la “e-administration”, observamos el intento de aplicar las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el campo más específico de las policies (o sea, de las políticas públicas) y, sobre todo, en su gestión. No siempre estos procesos de mejora y de innovación vía internet tratan de explorar nuevas preguntas o reformulaciones de las ya existentes, sino que se sitúan en el estricto campo de la mejora de lo ya existente.

Y probablemente estaremos de acuerdo en que muchas de nuestras democracias necesitan algo más que una capa de pintura. Por tanto, no se trata evidentemente de un debate estrictamente técnico o de estrategia en la forma de adaptar la política democrática a los nuevos tiempos. El problema no es si internet y las TIC sirven más y mejor para una cosa o para otra.

El problema clave es dilucidar si los cambios tecnológicos generan, o al menos permiten, cambios en las estructuras de poder actualmente sociales existentes, y otorgan más autonomía a los ciudadanos, un mejor empoderamiento, una mejor dinámica de inclusión social. Sin minusvalorar los avances que se han ido haciendo, el problema es que esas mejoras en la forma de gestionar las políticas y en los canales de comunicación entre ciudadanía y administraciones públicas, no sabemos si están realmente respondiendo a los problemas de déficit democrático y de “sociedad alejada”, que están muy presentes en el escenario actual.

En ocasiones observamos que este tipo de visión instrumental puede contribuir a realzar los aspectos más elitistas del sistema democrático representativo (reforzar la capacidad de manejar y controlar los flujos de información, convertirse en nudos de recursos e información, reforzar las interrelaciones horizontales y verticales con actores no públicos y con otras instituciones u organismos políticos), mientras que pueden ir quedando en un segundo plano los aspectos más estrictamente democratizadores del sistema (capacidad de respuesta, capacidad de rendir cuentas, transparencia, canales de empoderamiento y autonomía ciudadana). Estamos asistiendo al surgimiento de una sociedad en la que la relación y la posibilidad de compartir forman parte intrínseca de la comunicación, y no es un mero resultado de esta última, o un subproducto comunicativo. Los dos elementos clave son la creciente subjetividad o individualización de los actores (que no forzosamente desemboca en el individualismo), y la enorme facilidad de comunicación que generan las TIC.

En ese contexto se da una gran demanda de autonomía (que va más allá del esquema libertad control tradicional de la sociedad moderna), surgen mercados alternativos, aparecen nuevas redes y agregados sociales, y emergen nuevas culturas que hacen de la diferencia su valor añadido. En la perspectiva tradicional, las esferas de las instituciones públicas parten de un concepto de libertad y de participación muy vinculado a la libertad de voto y al ejercicio del mismo, mientras el control se relaciona con el cumplimiento de unas leyes emanadas de esa voluntad popular, expresada con el mecanismo representativo. En el nuevo contexto social que estamos describiendo, la libertad se basa en una idea de intercambio que parte de la reciprocidad, mientras el control se confía a las propias reglas del intercambio asociativo. La política, la configuración e implementación de las políticas, en ese escenario se vuelven menos previsibles, más difusas, adquiriendo características diferentes en cada ámbito sin que puedan seguir considerándose monopolio de los poderes públicos o coto cerrado de las administraciones públicas. Las instituciones políticas no ocuparían ya el centro o el vértice de las condiciones de ciudadanía, de bienestar. Por debajo, y en su periferia, se ha ido tejiendo ese entramado cívico fundamentado en las lógicas y los bienes relacionales.

Es precisamente este aspecto autónomo y relacional lo que caracterizaría ese nuevo tejido social; y esas mismas características son las que, al mismo tiempo, le dan ese carácter fragmentario, de multiplicación de grupos aislados, en que puede resultar difícil articular o reconocer una “sociedad” como tal. En esa fragmentación, llena de potencialidades y de posibilidades, pero también de riesgos, puede resultar difícil reconciliar pluralismo con justicia, diversidad con pertenencia, o democracia con diferencia. Por otro lado, no podemos caer en un ciberoptimismo ingenuo, y conviene recordar que las dinámicas de la red pueden generar nuevas jerarquías, controles y monopolios. A pesar de ello, lo cierto es que, a la sombra de las TIC, crece y se recompone sin parar la realidad y el entramado cívico y asociativo, haciendo surgir nuevas comunidades presenciales o virtuales, desarrollando nuevas identidades, nuevos espacios o esferas públicos, nuevas vías de gestión de los asuntos colectivos, e incrementando la reflexividad política y las nuevas autonomías sociales. Lo que está en juego, en definitiva, no es solo el repensar en qué medida internet pueda afectar a las instituciones políticas y la ciudadanía, sino que la profundidad de los cambios que genera y generará internet podrían llevar a cuestionarnos la posición, los roles y modalidad de intermediación y de interacción que han venido caracterizando a las instituciones políticas. 

En ese contexto, las TIC permiten la ampliación del espacio público, entendido no como una esfera propia de las instituciones representativas, sino como un marco de respuesta colectiva a problemas comunes. Los Estados pueden ir perdiendo centralidad y eficacia como espacio de toma de decisiones y punto de delegación para la implementación de la agenda pública frente a un aumento de la participación cívica en la resolución de problemas comunes y en la provisión de servicios y bienes públicos. En otras palabras, una sociedad civil más activa y autónoma que asume responsabilidades sobre la resolución pública de los problemas comunes.

Ello podría conllevar un notable cambio en las tradicionales posiciones jerárquicas del Estado, que pasaría a tener roles más complementarios y de garante que de decisor único y ejecutor privilegiado. Todo está aún por dilucidarse.
Nos es más fácil describir los aspectos que aparecen como insuficiencias frente a los retos actuales que concretar nuestras propuestas de mejora y de transformación. Pero, de lo que no cabe duda, es que un libro como el que aquí prologamos constituye un activo imprescindible para este debate, que auguramos rico y complejo. Nuestra propuesta, ha sido y es la de repensar los problemas, examinar e integrar su complejidad en las distintas formas de ver política, políticas y administraciones públicas, para desde esa reconsideración de los temas, y desde esa aceptación de la complejidad (no como obstáculo sino como condición), poder repensar la política y las políticas de respuesta. Y las aportaciones aquí recogidas van en esa misma línea: incorporar las potencialidades del nuevo escenario que genera internet, e incorporar a la ciudadanía de manera directa, comunitaria y autónoma en la tarea de organizar el nuevo escenario social y vital.

La principal promesa del gobierno abierto es, tal vez, que la sociedad pueda gestionar cantidades inconmensurables de información que ahora, por primera vez y gracias a las tecnologías de la información, pueden, potencialmente, estar a disposición de cualquier persona, para que la utilice como mejor convenga a sus intereses. Esta posibilidad de reutilizar la información pertrecha de información al ciudadano como nunca antes, reduce las asimetrías previamente existentes y desafía las visiones tradicionales sobre el sistema político y el ejercicio de la democracia.

Al respecto, hay más práctica que conceptos. Por tal motivo, acudimos a quienes promueven el gobierno abierto (los activistas), para que nos cuenten sus experiencias. Karina Banfi desarrolla una reflexión sobre el rol y perspectivas de las organizaciones no gubernamentales en las políticas de apertura de los gobiernos latinoamericanos, mientras que los integrantes de Consorcio de la Transparencia discuten la necesidad de crear espacios de trabajo colaborativo entre los actores de la sociedad civil y los gobiernos para pavimentar un círculo virtuoso que fomente la apertura y participación ciudadana.
Por otro lado, y en una perspectiva más práctica, Justine Dupuy y Haydeé Pérez exponen experiencias concretas realizadas en México, como por ejemplo el uso y destino de la publicidad oficial. Lo mismo ocurre con “Transparencia Hacker en Brasil”, texto en el que Daniela B. Silva da cuenta del proceso de gestación y resultados alcanzados a través de esta iniciativa cívica.

Escribir sobre gobierno abierto es un reto mayúsculo, principalmente porque no existe una definición conceptual terminada y asumida como válida por un grupo amplio e influyente de participantes. En ese sentido es más ilustrativo y útil aproximarse al concepto de gobierno abierto como una iniciativa en marcha, que engloba muchas aspiraciones de sectores distintos de la sociedad, y que va definiéndose más bien por las diferentes experiencias que ocurren en las sociedades en las que esta iniciativa tiene seguidores; es decir, definirla por su puesta en práctica y por sus resultados. De este modo, el origen de la Iniciativa de la Alianza para el Gobierno Abierto es singular, ya que se sustenta en conversaciones de un grupo diverso, integrado por individuos con experiencias en las organizaciones de la sociedad civil, en el periodismo, en la iniciativa privada y en el gobierno. Los elementos comunes de esta conversación fueron la importancia de la transparencia, el acceso a la información gubernamental, la rendición de cuentas y la participación social en los asuntos públicos, así como la amplia utilización de las tecnologías de la información.

Hoy, más de 57 países se han incorporado a la Alianza para el Gobierno Abierto y han venido presentando sus planes de acción, mientras que los países fundadores debemos dar cuenta de los avances en el cumplimiento de los compromisos asumidos en septiembre de 2011 al firmar la Declaración de la Alianza. México presentó su plan de acción enfocándose en cuatro de los cinco grandes retos referidos:
1) Mejorar los servicios públicos; 2) Aumentar la integridad pública; 3) Administrar los recursos públicos con mayor eficiencia y eficacia, y 4) Mejorar la rendición de cuentas corporativa. Con el propósito de fomentar la inclusión y colaboración de múltiples grupos de interés, los trabajos de la AGA son supervisados por el originario Comité Promotor (Steering Committe), que dirige y supervisa el desarrollo de esta iniciativa con la representación de los ocho gobiernos fundadores y de nueve organizaciones de la sociedad civil.
Este Comité fue originalmente presidido por los Estados Unidos y copresidido por Brasil, y las reglas de su funcionamiento contemplan un mecanismo para que el país que ocupa la copresidencia asuma la presidencia al concluir el primer año de vigencia del AGA y se invite a otro país a compartir esta responsabilidad.

Al concluir el primer año se sumó el Reino Unido y se agregó una copresidencia para un representante de las organizaciones de la sociedad civil participantes, que actualmente ocupa el International Budget Partnership del Center on Budget and Policy Priorities.

A partir de septiembre de 2013 se invitará a Indonesia para copresidir al organismo y posteriormente el lugar será ocupado por México.

Como lo señalaron los países de la región en la Declaración de la Mitad del Mundo de la Octava Reunión de la Conferencia Estadística de las Américas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, es fundamental la generación de estadísticas de calidad que sirvan para el seguimiento de las políticas públicas nacionales y de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Asimismo, es necesario ampliar las fuentes de datos y estadísticas aprovechando, por ejemplo, los registros administrativos y otras fuentes de datos no tradicionales, así como desarrollar métricas que superen los paradigmas habituales de medición con el fin de aplicarlos en la formulación y evaluación de políticas públicas en el marco de los 17 ODS y sus 169 metas.

En este nuevo escenario, el desarrollo de capacidades será esencial para los equipos técnicos nacionales, que tendrán que disponer de mecanismos más poderosos para elaborar, divulgar y publicar información. Asimismo, los datos desagregados siguen siendo un reto, al igual que lograr un equilibrio entre el número de indicadores y las ambiciones de la Agenda 2030.
Por lo tanto, se deben fortalecer los mecanismos de producción de estadísticas básicas, conciliar los datos de fuentes mundiales, regionales y nacionales, y explorar fuentes de datos no convencionales para complementar las estadísticas oficiales nacionales. Se requiere, por lo tanto, fortalecer también los sistemas estadísticos nacionales conformando marcos legales que otorguen independencia profesional a las oficinas nacionales de estadística, consoliden su papel rector de la estadística oficial y garanticen los recursos humanos, tecnológicos y financieros necesarios.

Se debe lograr que la revolución de los datos sea un vector de la nueva agenda de desarrollo y facilite que los actores de nuestras sociedades puedan orientar su acción en ese sentido. Es imprescindible que esta revolución tecnológica sea un instrumento para cerrar las brechas tanto socioeconómicas como de accesibilidad a los recursos digitales. Ello se vincula de manera estrecha y específica con la contribución al cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 16: “Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y construir a todos los niveles instituciones eficaces, responsables e inclusivas que rindan cuentas”.
 El proceso de apertura y de reconfiguración de la institucionalidad pública supone un reto indispensable y un imperativo ético para lograr el desarrollo sostenible hacia el horizonte 2030, y ello implica para los pueblos de la región que los asuntos públicos sean una tarea de todos, para todos, con todos: “nada sobre nosotros sin nosotros”.






 BIBLIOGRAFIA


  •   AGESIC, (2011). Memoria anual 2011. Agencia para el Desarrollo del Gobierno de Gestión Electrónica y la Sociedad de la Información y del Conocimiento. ‹
  • FUSADES (2012). Boletín de estudios Legales. Boletín No. 137, mayo 2012. Departamento de estudios legales, DEL.
  • Merino, Mauricio (coord.) Transparencia: libros, autores e ideas. México, IFAI-CIDE, 2005
  • Nelson, K. (2009). “La Articulación entre el Plan y el Presupuesto en América Latina: Planes, Políticas, Programas y Proyectos”.
  • CEPAL Curso internacional “Planificación estratégica y construcción de indicadores de desempeño”





 WEBLIOGRAFIA 





[1] CEPAL, Biblioguias-Biblioteca CEPAL, 2010
[2] AGA, Declaracion de Gibierno Abierto, 2011
[3] MIGUEL INSULZA José, La promesa del gobierno abierto

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